Andrés Sobrino
Podría decirse que las obras de Andrés Sobrino, de formas geométricas y polícromas, irradian un pacífico optimismo e inclusive, una cierta nostalgia. Pero, si bien en su poética la geometría y el color son lenguajes predominantes, una observación más atenta evidencia la absorción selectiva de diversas vertientes del arte siglo XX, tales como el arte concreto internacional, el arte conceptual y el arte pop, entre otros. La obra de Sobrino es un testimonio de que los artistas más destacados son los que mejor conocen la historia del arte y se permiten dialogar con ella para reelaborarla, creando así, un estilo propio.
Sobrino egresó del secundario como técnico constructor y cursó estudios universitarios de arquitectura y diseño gráfico. Estos antecedentes, ponen de manifiesto su pericia técnica, la realización de pinturas e instalaciones que consideran al espacio circundante y el uso de materiales industriales como cintas parchadoras de colores y pinturas de esmalte sintético sobre madera. De los materiales de trabajo, se infiere la economía de recursos que caracteriza a sus obras ya que dichas cintas resuelven la factura y también el color. Lo mismo sucede con las pinturas de esmalte sintético que son aplicadas sin alterar los pigmentos originales, con excepción del amarillo, el rosa y el rebajado a blanco de algunos tonos.
El paisaje urbano ha sido su fuente de inspiración habitual. En los años ´80, Sobrino recorría la ciudad con una cámara polaroid, retratando: medianeras, colores y texturas yuxtapuestos en diferentes muros, señalética vial, entre otros detalles. Su ojo formado y sensible capturó la abstracta belleza que reside en infinitos rincones del entorno urbano para luego reformularla en pinturas e instalaciones.
Además de los referentes ineludibles de la abstracción internacional, Andrés Sobrino reconoce a algunos artistas que lo influenciaron especialmente como Raúl Lozza, Imi Knöebel y Blinky Palermo, entre muchos otros. Ahora bien, Sobrino se autodefine como artista geométrico contemporáneo y vernáculo. Su geometría difiere del arte concreto rioplatense porque su orden estético depurado tiene una procedencia intuitiva y a su vez, las combinaciones cromáticas que emplea admiten tanto armonías como tensiones, alejándose de la clásica paleta concreta.
El carácter contemporáneo y no mimético de la obra de Sobrino, se vislumbra en sus pinturas e instalaciones de colores planos, sus cuadros ejecutados con cintas parchadoras de variado cromatismo y sus citas, apropiaciones y homenajes que remiten tanto a operaciones típicas del arte conceptual como a las obras de grandes maestros no – figurativos. La filiación conceptual también procede de la ironía sagaz de sus azulejos enmarcados, – una evocación del ready – made – y sus pinturas e instalaciones que a veces son tachadas con cintas parchadoras en forma de equis, sugiriendo no sólo la intención de “anular” su producción plástica previa sino que también de revisitarla, enriqueciendo a su obra actual. Del arte pop, el artista retoma los colores planos y saturados y el sentido etimológico del término, dado que su obra desde un punto de vista perceptivo es accesible para un público amplio. Sin embargo, para apreciarla íntegramente, se requiere de educación estética. Debido a que, más allá de la geometría intuitiva y el sobrio cromatismo, los giros conceptuales del trabajo plástico de Sobrino demuestran un sabio aprendizaje de diversas tradiciones artísticas precedentes. Sus obras abiertas carecen de títulos deliberadamente, para despojarse de mensajes filosóficos y dar lugar al libre vuelo de la imaginación del espectador.
María Gabriela Figueroa
Artículo publicado en la revista: El Gran Otro, n° 10, en formato papel.
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