Sensibilidad geométrica y armonía cromática

Retrato Alejandro Puente – Foto María Gnecco

El pasado 29 de marzo, el Museo de Calcos y Escultura Comparada “Ernesto de la Cárcova” inauguró: “Huellas Sensibles” una muestra dedicada a la obra del artista argentino Alejandro Puente que se inspiró en diversas poéticas para conformar un lenguaje propio y contemporáneo.

Esta es la primera muestra del Ciclo de Exposiciones Temporarias del año que organiza el Museo para poner en diálogo su patrimonio con la obra de distintos artistas argentinos. En este caso, se trata de una muy interesante muestra en homenaje al maestro Alejandro Puente, quien fue Profesor de Pintura de la Escuela Superior de Bellas Artes “Ernesto de la Cárcova” en los años ´80.

La curaduría de Cristina Rossi, Doctora en Teoría e Historia del Arte (U.B.A.), respeta la voluntad de Puente de lograr una relación sensible con el espectador. Por lo cual, las obras se exhiben de un modo didáctico, a través de un orden cronológico diferenciado por períodos y que contempla las armónicas gradaciones cromáticas que fueron tan caras al artista. A su vez, cuatro vitrinas con textos y fotos de archivo, algunos ploteos explicativos y una selección de audios de una entrevista realizada al artista en el año 2009 por la Universidad Nacional Tres de Febrero, contribuyen a develar al visitante la belleza estética y conceptual de la obra de Puente.

A principios de los años ´60, el artista tuvo una impronta informalista, vinculada al Grupo Sí de origen platense. Estos jóvenes que estaban influenciados por los cursos de la Visión de Héctor Cartier, priorizaban el gesto espontáneo, el signo y la textura.

En aquellos años, por oponerse al arte concreto rioplatense, la obra de Puente y la de su amigo, César Paternosto, fue clasificada por el crítico Aldo Pellegrini como una “geometría sensible” debido a que “mantenían las cualidades de la materia” y el “desflecamiento de los contornos”.

Hacia 1966, Puente realiza un cambio conceptual en su obra y comienza a trabajar con estructuras modulares, articuladas por un orden cromático. En consonancia con tendencias contemporáneas, se aprecia una voluntad de ruptura con el cuadro como pantalla y una irrupción en el espacio del espectador.

Al año siguiente, gana la Beca Guggenheim y entre 1968 y 1971 vivió en Nueva York. Allí se encontró con un colega que ya había conocido en Buenos Aires: Sol Lewitt, quien le presentó a la crítica Lucy Lippard. Por intermedio de esta última, el artista argentino se vinculó con el selecto grupo de artistas minimalistas y conceptualistas que estaban en boga en la Gran Manzana.

En esos años, Puente experimenta dos vivencias claves que dejaron una impronta en su obra posterior: un viaje a México, en el que conoce Teotihuacán y una muestra de textiles andinos que visita en Nueva York. Curiosamente, el artista que ya estaba trabajando con sistemas de módulos, los visualiza en el arte indoamericano. Tal es el caso de la greca escalonada, la cruz andina, el carácter constante y constructivo de la trama, la arquitectura incaica, etc.

En los ´80, Alejandro Puente, previamente sensible a la textura, a los sistemas modulares (como totalidad y como principio generador) y a las tramas cromático – lumínicas, decide aproximarse a tradiciones ancestrales y a la exploración de materiales no tradicionales: hilos de algodón pintados (emulando los quipus incaicos), pinturas sobre corcho y aglomerado, collage con plumas (probablemente, evocando el antiguo arte plumario mesoamericano), etc. Así lo señala Rossi en el catálogo de la muestra: “Se trata de un período de reelaboración de las guardas de los textiles, las decoraciones de las cerámicas, las plantas, las fachadas y ornamentos de los templos pirámides y monumentos”.

Posteriormente, trabajó con vistas interiores de fachadas y plantas arquitectónicas, desde perspectivas inusuales porque incluían el tiempo, la cuarta dimensión. Pero, pese a la ambigüedad de las formas, los espacios se articulaban a través del color.

En suma, Puente indagó en el arte precolombino, sin olvidar su lenguaje abstracto personal. Dicha fuente valiosa, aportó un rasgo identitario a su obra. Lo mismo le sucedió a Torres García cuando se inspiró en el arte incaico y a Xul Solar cuando hizo lo propio con el arte azteca.

La prolífica sensibilidad de Alejandro Puente, se vislumbra en su interés más por el color que por la forma, el uso de las tramas, la huella de la pincelada en las obras, la experimentación con distintos soportes y materiales y su sabia capacidad de haberse nutrido tanto de tradiciones ancestrales como contemporáneas, creando así un lenguaje personal y de gran sutileza estética.

Por último, para profundizar en la riqueza plástica y conceptual de este gran artista argentino, en el marco de esta exposición homenaje, los invito a la disertación: “Una hipótesis iconológica sobre la obra de Alejandro Puente” que dará el Dr. José Emilio Burucúa, destacado investigador y miembro de número de la Academia Nacional de Bellas Artes de Argentina. La misma se llevará a cabo este sábado 10 de mayo a las 14:30hs con entrada libre y gratuita.

María Gabriela Figueroa
Lic. y Prof. en Artes (U.B.A.)

“Alejandro Puente. Huellas sensibles”.
Lugar: Museo de Calcos y Escultura Comparada Ernesto de la Cárcova, IUNA.
Av.España 1701, Costanera Sur.
CABA
Fecha: hasta el 18 de mayo. Horario: martes a domingos, 10 a 18hs.

https://museodelacarcova.una.edu.ar/contenidos/alejandro-puente_13493

https://assets.una.edu.ar/files/file/MuseoCarcova/2018/2018-mc-alejandro-puente-catalogo-2014.pdf